lunes, 1 de febrero de 2010

Directamente desde Juárez, boletín sobre escuadrones de la muerte


¡En Ciudad Juárez están operando escuadrones de la muerte!
31-01-2010
El sábado 30 de enero de 2010, aproximadamente a las 11 de la noche, un comando paramilitar de 18 personas arribando en 7 camionetas irrumpió en tres domicilios contiguos para realizar una masacre donde se llevaba a cabo una fiesta estudiantil de jóvenes de bachillerato, en la colonia popular Villas de Salvarcar en Ciudad Juárez. El saldo de la masacre hasta ahora conocido, son 14 personas asesinadas por fusilamiento y 7 heridos de gravedad, algunos de ellos con muerte cerebral. La mayoría de las personas asesinadas son jóvenes estudiantes del CBTIS 128, el Colegio de Bachilleres 9 y la UACH que se encontraban celebrando simultáneamente el triunfo de un equipo de beisbol y un cumpleaños.
Esta masacre es una más de las que han sucedido en la ciudad más violenta del mundo, desde que el día ultimo de marzo del 2008 se inaugura el Operativo Conjunto Chihuahua (ahora renombrado Operación Coordinada Chihuahua). Las masacres de Ciudad Juárez son acciones realizadas por escuadrones de la muerte que operan en la ciudad mientras más de 10,000 elementos del ejército federal y de la Policía Federal Preventiva patrullan toda la ciudad día y noche montando retenes constantemente e incitando a que la ciudadanía entregue sus armas.
La militarización de Ciudad Juárez se lleva a cabo como parte de la declarada “guerra contra el crimen” por el gobierno del presidente más cuestionado en el país en los últimos tiempos, el espurio Felipe Calderón, y se lanza para supuestamente “responder” a una guerra entre carteles antagónicos por controlar la ruta del trafico de drogas hacia los Estados Unidos. Pero lo que padecemos en Ciudad Juárez no es la violencia provocada por enfrentamientos entre bandas del crimen organizado, ni entre las fuerzas federales y las bandas del crimen. Casi la totalidad de los 2 mil 635 asesinatos del año 2009 y los que van del año 2010 se han dado por ejecuciones a personas desarmadas sin enfrentamientos, en lo que parece ser una estrategia de limpia programada por una fuerza militar superior, en el marco de una campaña de terror. La violencia que se está promoviendo y tolerando por el gobierno, le ha servido a Felipe Calderón de pretexto para seguir militarizando al país sin resultados contrarios al crimen, pero sí restringiendo derechos a la población. 
En Ciudad Juárez se confirma una tendencia general que ya conocimos durante las ilegales guerras de contrainsurgencia en Centroamérica. Existe una relación intima entre la militarización de las ciudades y los pueblos y la actuación de escuadrones de la muerte que tienen como fin último amedrentar a la población, así sucedió en El Salvador con los Escuadrones de la Muerte, en Nicaragua con los Contras, en Guatemala con los Kaibiles y en México con un grupo dentro del ejercito mexicano que a la postre se convertiría en Los Zetas y que ha trabajado tanto con las policías federales como con los carteles de la droga, dentro y fuera del ejército. Dichos escuadrones de la muerte fueron promovidos por el Gobierno de Estados Unidos a través de la Escuela de las Américas y la CIA y hoy retoman protagonismo en México a partir del Plan Mérida y la supuesta “guerra contra el crimen”.
Desde la llegada de las fuerzas militares a Ciudad Juárez el promedio de asesinatos diarios aumento de 2 a 5 diarios durante el año 2008 y en el 2009 se elevó a más de 7. Además se desató una verdadera ola de extorsiones al pequeño comercio, donde varios comerciantes del ramo de venta de carros y de centros de diversión señalaron directamente a la PFP como responsables de tales extorsiones. Las violaciones a los Derechos Humanos se generalizaron por parte de las fuerzas militares convirtiendo al estado de Chihuahua en el líder en este tipo de casos en el país. Por si fuera poco, desde la llegada de los soldados al estado han ocurrido una serie de asesinatos a luchadores sociales entre los que destacan, Armando Villarreal Martha, líder campesino, Benjamín Lebarón, líder de la comunidad mormona y directamente en Ciudad Juárez, Manuel Arroyo, investigador del movimiento obrero, Géminis Ochoa, líder de los comerciantes ambulantes y Josefina Reyes, defensora de los Derechos Humanos en el Valle de Juárez.
Cabe señalar que Géminis Ochoa estaba amenazado por la PFP y días antes de su muerte había anunciado una marcha contra los abusos militares, mientras que Josefina Reyes recibió amenazas y constante acoso del ejército por su repudio público a la militarización del Valle.  
La percepción general de la población es que los soldados no están para detener a los criminales,  pues hay suficientes testimonios que aseguran que no intervienen cuando están a escasos metros de donde se realizan las ejecuciones. Así era reportado por los medios de información, hasta que fue asesinado el periodista Armando Rodríguez el Choco, jefe de la nota roja de El Diario. Por ese motivo cuando llegaron los soldados al lugar de la masacre de Villas de Salvarcar fueron repudiados ampliamente por los vecinos. Los soldados y la PFP se dedicaron a hacer lo que siempre hacen en estos casos, acordonar la zona, hostigar a los transeúntes y evitar que los heridos recibieran atención pronta médica. Desde luego los sicarios no fueron perseguidos y la escena del crimen limpiada sin investigación. 
Más del 90% de los asesinatos violentos en Ciudad Juárez no son investigados. Después de dos años de asesinatos y masacres en Ciudad Juárez, resulta obvio por los resultados del Operativo Conjunto Chihuahua, ahora Operación Coordinada Juárez, que las fuerzas militares no están para combatir al crimen ni para detener las masacres. La población atemorizada por la militarización de la ciudad no acierta a manifestarse contundentemente contra la política criminal del gobierno federal de Felipe Calderón quien parece ser el único que aprovecha los eventos violentos para mantener una guerra irresponsable y tratar de obtener un poco de legitimidad que no ganó en las urnas.
Por todo lo anterior desde la Asamblea Ciudadana Juarense y el Frente Nacional Contra la Represión en Ciudad Juárez repudiamos la masacre del 30 de enero de 2010 en Villas de Salvarcar, Ciudad Juárez y hacemos responsable a los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal de las masacres que ocurren en nuestra ciudad, por negarse a proveer la seguridad necesaria a la población y proteger abiertamente con las fuerzas militares las actividades de los escuadrones de la muerte que operan con total impunidad en nuestra ciudad. Sostenemos que Felipe Calderón es un peligro para México y tiene que salir de la presidencia, pues de lo contrario la vida de cada una y cada uno de los juarenses se encuentra en peligro.
Asamblea Ciudadana Juarense
Frente Nacional Contra la Represión

domingo, 31 de enero de 2010

Revolución ciudadana

México ha entrado a una pendiente de violencia, crisis económica, política y ética. El país se derrumba ante nuestros ojos y los políticos en el poder solamente están interesados en elecciones y debates estériles en reformas que no solucionan nada. Vivimos un tiempo en que los fundamentos que dieron origen a esta nación han sido socavados por oscuros intereses que miran más al provecho personal, de grupo o facciones que al bien colectivo. Nuestra incipiente democracia ha terminado por sucumbir ante la sangre de miles de mártires, ciudadanos sin más, que son los verdaderas víctimas de la peor administración pública de los últimos años.

Se nos prometió trabajo, seguridad, paz, un país en que cada mexicano sin importar su condición social, género o ideología pudiera desarrollarse plenamente. ¿Qué hemos recibido a cambio? Millones de mexicanos en situación de pobreza, miles de ciudadanos masacrados en una guerra estéril que ha terminado por instalarse en lo cotidiano. Desempleo generalizado. Jóvenes a los que se les quita el derecho al a educación y a un futuro digno. Derechos humanos violentados con la complacencia de las autoridades. Instituciones públicas coligadas con lo más nefasto del oscurantismo ideológico y político.

Lo más lamentable de esta situación es que en el ánimo de la gente se percibe esta sensación de desarraigo. De saber que vivimos en un país que ya no nos pertenece. Un país manejado desde las grandes cúpulas que deciden los destinos de millones de ciudadanos. De un gobierno que hace oídos sordos a las demandas ciudadanas y vive inmerso en una farsa fabricada que intenta a toda costa hacer pasar como la verdad. Mientras los políticos reciben sueldos vergonzosos, gozan de privilegios e impunidad, el México real vive dolorosamente. Duele ver que millones de mexicanos apenas y si tienen algo que llevarse a la boca mientras nuestros políticos dilapidan cínicamente el erario público. El desencanto va ganando terreno y hoy los mexicanos ya no sueñan con un país con el cual identificarse.

Cuando este país surgió como nación independiente sus ideales eran la justicia, la igualdad y el derecho a vivir sin limitaciones o coerciones de ningún tipo. Nuestra guerra de reforma y nuestra revolución sentaron las bases para el laicismo, la república democrática y el poder del pueblo sobre la soberanía nacional. Hoy la democracia es una farsa y el poder del pueblo consagrado en nuestra constitución es letra muerta.

¿Cómo creer en una democracia en donde los puestos públicos son decididos por estructuras partidistas? ¿Cómo creer en una política en donde el dispendio de recursos públicos es la carta fuerte para comprar conciencias y votos? ¿Cómo creer a un gobierno que se lanza a una guerra sin importarle que la mayoría de las bajas provengan de la población civil? ¿Cómo creer en un ejército que supuestamente está para protegernos y es el principal violador de garantías y derechos humanos? ¿Cómo creer que existe estado de derecho si la impunidad protege a los que se amparan a la sombra del poder? ¿Cómo creer en unas leyes que son discrecionales y no sirven para hacer justicia? ¿Cómo creer en políticos enfrascados en puestos públicos sin importarles los genuinos intereses de la nación? ¿Cómo creer en una patria que es manipulada en contra del ciudadano?

La democracia en nuestro país no existe. Esta república no existe, porque solamente funciona para unos pocos. Si democracia es el poder del pueblo que protege y cuida sus propios interés a través de sus representantes, ésta es inexistente porque los intereses del pueblo son los últimos en tomarse en cuenta en las grandes decisiones políticas. Si una república es el espacio en el cual se da la convivencia social con paz y seguridad y respeto, esta no existe porque cada día el mexicano vive con la zozobra de su propia seguridad, atemorizado con la violencia generalizada y hastíado de la corrupción que carcome nuestro sistema de justicia. Si patria es el espacio imaginario mediante el cual un individuo se identifica con otros a través de sus costumbres y símbolos, esta tampoco existe porque el sentido de pérdida y de no pertenencia ha terminado por ser más fuerte que cualquier símbolo.

Este gobierno ha matado nuestros sueños, mata a nuestros ciudadanos, a nuestros jóvenes, a nuestras mujeres, a nuestros trabajadores. Lo mejor de nuestra nación es aplastado por un estado de cosas en el que el gobierno en el poder se muestra como incompetente y principal factor de este declive desastroso.

¿Si ya no es posible creer en nada, si hemos perdido nuestro país, nuestra nación, nuestra democracia y nuestra patria, que nos queda por hacer? ¿De dónde retomar algo de esperanza? La historia nos enseña que es el pueblo organizado en lucha quien hace los grandes cambios y sólo él puede lograr fundar bajo nuevos fundamentos la república y la democracia. Si ellos nos han arrebatado todo, todavía contamos con nosotros mismos. Si ellos hacen oídos sordos a nuestra demandas entonces gritemos hasta que nos escuchen. Solamente los ciudadanos podemos revertir este proceso de podredumbre que ha contaminado a todas las instituciones.

Nosotros los ciudadanos debemos y podemos hacernos escuchar. Si de aquél lado se han cerrado las puertas, de este lado debemos abrir nuevas. Si de ese lado reina el cinismo, la corrupción, la impunidad y el fracaso, de este lado demostremos que está la razón, la verdad y el ánimo por hacer las cosas bien. Si de ese lado su interés es el poder, el dinero y el privilegio, de este lado demostremos que nuestro interés es la república, la democracia y la patria. Si ellos no han podido conducir este país, que nos lo dejen a nosotros.

Esto no es por unos ni para unos cuantos. Es por todos. Ciudadanos somos todos y todos vivimos bajo el yugo de esta crisis que nos afecta por igual. Más allá de ideologías y de partidos políticos lo central es recuperar nuestra democracia. Erigirla con nuevos fundamentos renovados porque sólo así en una democracia real, efectiva y transparente todas las ideologías y todas las tendencias políticas pueden hacer valer su voz. En la actualidad izquierda, derecha, arriba y abajo no dicen nada. Solamente la voz del ciudadano comprometido puede decirles algo no a ellos, sino a nosotros mismos y las próximas generaciones. Si el poder ciudadano no actúa ahora estamos condenando nuestro futuro y el de quienes nos van a suceder. Condenamos a nuestros jóvenes y nuestros hijos a vivir en un país que no es suyo. Un país dominando por la corrupción y la violencia, la anarquía y la guerra.

Es momento de que tomemos las riendas de este país que nos han negado por muchos años. De volverle a dar un sentido a la palabra nación. Lo que no hagamos ahora se lo estamos dejando a ellos y a la postre sucederá el suicidio colectivo: un país sin ciudadanos, una nación sin nadie que se identifique con ella, una democracia convertida en negocio privado.

Es por ello que ante la crisis que vivimos declaramos la revolución ciudadana. No una revolución de armas ni disparos. Una revolución de conciencias activas. De la resistencia civil ante el poder que se niega a escucharnos. Esta revolución es de ciudadanos para ciudadanos. Una revolución civil que toma como sus banderas la razón, la justicia y la verdad y busca restaurar los principios de la democracia y la república, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos. Como ciudadanos todos tienen cabida en esta revolución porque es derecho y deber de todos los ciudadanos el incorporarse activamente en la transformación del país.

Lo llamamos una revolución porque queremos revertir el orden existente. No es posible reformar lo que ya no sirve, lo caduco, lo que se alimenta de la exclusión y la muerte. Es una revolución para reconstituir al país desde abajo, tomando en cuenta a sus hombres y sus mujeres, sus jóvenes, niños y sus ancianos. Trabajadores, estudiantes, políticos, empresarios, intelectuales, todos aquellos ciudadanos que ambicionen que este país mejore. Aquellos que están cansados de estrellarse contra la pared del autoritarismo y la cerrazón y piensan que merecen un país mejor que heredar a sus hijos. Debemos pasar de las lamentaciones y las quejas a las acciones. Descubrir esa gran verdad: que una democracia y una nación solamente son posibles cuando sus ciudadanos velan, cuidan y luchan por ellas.

Esta revolución no es pasiva, es activa. Cansados de discursos y promesas nos proponemos rescatar el poder y devolverlo a quien pertenece: a nosotros. Gritamos un enérgico ¡ya basta! y nos movilizamos para que nuestra rabia estalle en un amplio movimiento que enarbole todas las cusas y los credos, las ideologías y formas de vida. Nunca como ahora se hace necesario escuchar nuestra sabiduría popular que nos dice que es posible construir un mundo donde quepan todos los mundos.

Esta revolución quiere el poder para devolvérselo al pueblo, a la república y sus ciudadanos y por ello convocamos a quien aspira a un país mejor a sumarse a esta revolución ciudadana. A esos inconformes, rabiosos, desesperados, les decimos que aquí encontrarán otros ciudadanos listos para luchar. Listos para tomar en nuestras manos al país. La política debe subordinarse al sentir del pueblo, no el pueblo al sentir de la política. Esta revolución empieza ahora y se alimenta de tus propuestas.